Antes de continuar leyendo esta entrada me gustaría que primero echaseis un ojo al vídeo que os dejo a continuación. En él se puede ver un experimento social llevado a cabo con niños pequeños para ver cómo reaccionan ellos ante la discapacidad.
Tal y como se puede ver en el vídeo, considero que los niños nacen sin prejuicios, sin estereotipos ni ideologías, y que todo ello son construcciones sociales producto de las influencias con las que se van encontrando a medida que crecen. Los niños no nacen racistas, ni homófobos, ni machistas, como tampoco les gusta el rosa o el azul porque tengan un componente genético que lo determine así en base al sexo con el que nacen. Ellos se van alimentando de la información que recogen de su entorno, de las actitudes y comentarios que ven por parte de los adultos, medios de comunicación, películas, series, juegos, cultura, religión...
Esto se puede comprobar en el experimento que se realiza a los niños del vídeo. Los más mayores, a pesar de tener la opción de irse a jugar con el niño de una de las habitaciones, prefieren no hacerlo porque por desgracia a pesar de su corta edad, ya han recibido suficientes influencias a lo largo de su vida como para asociar la discapacidad a algo malo y por ello, la rechazan. Sin embargo, los niños de menor edad, todavía no han recibido los suficientes condicionantes externos como para alimentarse de actitudes discriminatorias que hayan podido adoptar, por lo que ellos no ven a un niño con Síndrome de Down, simplemente ven a un niño igual que ellos, a un amigo con el que poder jugar.
En definitiva, como futuros maestros y quizás también futuros padres y madres, tenemos en nuestras manos la posibilidad de influir en la vida de cada uno de nuestros alumnos, es nuestra responsabilidad brindarles una educación que se sustente en la continua transmisión de valores y principios que les permitan no adoptar actitudes discriminatorias hacia ningún otro ser humano o grupo social.
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